La llegada de Kansas City Chiefs a un nuevo Super Bowl se produjo prácticamente sin fisuras. De los dieciocho partidos jugados, incluidos los de postemporada, resultaron vencedores en dieciséis ocasiones y solo perdieron los dos restantes. Igualmente, no fue todo color de rosas para los dirigidos por Andy Reid. Para estar en este duelo definitorio que tendrán el próximo domingo, contra Tampa Bay Buccaneers, han tenido que pasar varios sobresaltos que bien podrían haber cambiado el final de esta historia.
El mes de septiembre pasó sin inconvenientes, con triunfos ante Texans, Chargers, Ravens y Patriots. Previo al partido de Baltimore, mucho se había hablado de que este enfrentamiento podía ser la antesala de una posible final de conferencia y que los comandados por Lamar Jackson estaban en posición de destronarlos en la AFC... Bueno, nada más alejado de la realidad porque en ese juego la ofensiva mostró todo su potencial y apabullaron a Ravens en casa ajena.
Su primera derrota ocurrió en octubre, cuando Raiders, en uno de los mejores encuentros del año, consiguió vencerlos por 40-32 en Arrowhead. Los Chiefs dieron vuelta la hoja rápidamente y, desde ese momento hasta la Semana 17, fueron todas victorias (diez consecutivas). Una de las más destacables, quizás, fue la obtenida inmediatamente después de la pérdida del invicto, cuando se enfrentaron con quienes a la postre serían su rival en la final de conferencia, Buffalo Bills.
Dentro de esta racha de juegos ganados, hay una particularidad importante para destacar que demuestra la dificultad que tuvo Kansas en el año: sus últimos siete triunfos fueron por menos de una anotación y, en la mayoría de ellos, en algún momento estuvieron abajo en el marcador. ¿Sus rivales en este período? Panthers, Raiders, Buccaneers, Broncos, Dolphins, Saints y Falcons.
Ya en los playoffs, en la primera semana quedaron libres porque fueron el mejor sembrado de la Conferencia Americana. En ronda divisional derrotaron a Cleveland Browns en un duelo que dejó con el corazón en la boca a sus fanáticos por dos razones: la primera, porque salió conmocionado su líder Patrick Mahomes y no volvió al encuentro; la segunda, porque los dirigidos por Kevin Stefanski estuvieron a un paso de darles vuelta el resultado. En ese momento, un acarreo del QB suplente, Chad Henne, sentenció el encuentro y mandó a Chiefs por tercer año consecutivo a la final de conferencia. Ese partido definitorio, contra Buffalo, prácticamente no tuvo equivalencias. Si bien otra vez comenzaron en desventaja, en el segundo cuarto lograron tres anotaciones y aseguraron el pleito rápidamente.
En cuanto a números y estadísticas, hay que decir que fueron la mejor ofensiva de toda la NFL: su promedio fue de 412 yardas totales por encuentro. Si Mahomes no es MVP de la temporada es porque Aaron Rodgers jugó de manera superlativa este año, porque por sus números, claramente podría pelear por este galardón: totalizó 4.740 yardas aéreas, 38 TD y solo seis INT.
Sus principales escuderos en el juego aéreo fueron el WR Tyreek Hill y el TE Travis Kelce, ya que entre ambos sumaron 192 recepciones para 2.692 yardas y 26 TD. En cuanto al juego terrestre, el líder corredor fue el novato de LSU, Clyde Edwards-Helaire, quien sumó 803 yardas y cuatro anotaciones.
Ahora, si nos enfocamos en el plano defensivo, la labor de los coordinados por Steve Spagnuolo rondó el promedio de la liga. Permitieron menos de 250 yardas por aire, pero en la cobertura contra el ataque terrestre estuvo el gran déficit, ya que sus rivales promediaron más de 122 yardas por encuentro.
Otra temporada casi mágica para Kansas City. Una nueva final y la chance renovada de continuar haciendo historia de la mano de uno de los mejores mariscales de campo de la NFL y, sin lugar a dudas, uno de los entrenadores más audaces. ¿Se vendrá el segundo anillo del dúo Mahomes-Reid?
Co-Founder de No Huddle. Miembro activo del fútbol americano nacional desde 1996. Conductor del programa de Football Nacional y redactor de la web.