La NFL es una liga que está en constante cambio. Las franquicias se renuevan, cambian de ciudad, las ofensivas son cada día más innovadoras y dominantes, pero lo que se mantiene es la presión que sufren los directivos y los entrenadores por parte de los fanáticos de sus equipos. Presión que a veces impulsa buenos resultados, y a veces no tanto. La paciencia del hincha es limitada. Por esa razón, en este Hot Seat se encuentra el head coach de Houston Texans, David Culley.
Culley es uno de los casos más extraños que se pueden encontrar a la hora de hablar de un entrenador caminando por la cuerda floja de su equipo. Este estatus es más culpa de la franquicia que de él, pero esta es su situación y deberá afrontarla. El head coach llegó a los Texans el 29 de enero de este año para reemplazar a Romeo Crennel, quien estaba en el rol de interino tras el despido de Bill O'Brien. Si, la cosa es muy complicada.
Culley viene de tener varios cargos dentro de los cuerpos de entrenadores, generalmente de asistente, coach de mariscales o de receptores, en franquicias de la NFL desde 1994. A pesar de tener toda esta experiencia, esta será su primera vez como el entrenador en jefe. A pesar de su trayectoria, darle el trabajo de levantar un equipo como Houston a un HC primerizo es una responsabilidad enorme con la cual cargar.
El panorama de la franquicia, de todas formas, es el gran problema. Prácticamente cualquier entrenador que hubiesen contratado que no tenga un nombre propio de peso hubiese estado en la cornisa. El equipo viene de derrumbarse de un año al otro. Tras llegar a playoffs y perder de manera insólita ante Kansas City Chiefs en 2019, O'Brien, el gerente general, entrenador y vaya uno a saber qué otros cargos más, decidió traspasar a DeAndre Hopkins, uno de los mejores tres receptores de la liga, a Arizona Cardinals sin recibir nada de gran valor a cambio. Así con ese fatídico trade, comenzó una temporada de 2020 que nunca terminó de despegar. Deshaun Watson hizo lo suyo, pero la defensa nunca apareció, O'Brien nunca hizo nada para justificar su cargo y fue despedido tras un arranque de 0-4.
Ahora, con un plantel debilitado, un mariscal que nadie sabe si jugará en Houston, en otra franquicia o estará tras las rejas por las denuncias en su contra y una paciencia muy corta, David Culley de adentra a un infierno que algunos llaman temporada, y si sobrevive al inframundo, será respetado por todos en el mundo de la NFL.
Técnico superior en Periodismo con especialización en Deportes. Editor de la página y especialista en generación de contenidos SEO en No Huddle. Comenzó a mirar NFL en 2011 y cubre el deporte desde 2020.