Top 5 mejores Super Bowls de la historia

31 de Enero de 2023
Los festejos tras la victoria de los New England Patriots en el Super Bowl 51, considerado uno de los mejores juegos en la historia del Super Bowl. / Foto: Mike Ehrmann - Getty Images

El Super Bowl. El evento máximo de la NFL. Año a año, los 32 equipos entablan una intensa lucha para determinar quienes serán dignos de competir en febrero por el trofeo Vince Lombardi. Y solo dos de ellos tendrán el privilegio de dar el último paso para ser coronados como campeones. Pero todo hincha de ley sabe que este partido de la temporada es mucho, mucho más que el show del medio tiempo.

Desde 1970, el Super Bowl ha tenido ediciones memorables, llenas de actuaciones extraordinarias, rivalidades electrizantes y jugadas heroicas que han significado, como solía proclamar un célebre programa deportivo de Estados Unidos, "la emoción de la victoria y la agonía de la derrota" para muchos equipos.

Mientras nos acercamos a la edición número 57 del juego más importante del año, que se jugará el próximo 12 de febrero en el State Farm Stadium, desde No Huddle les presentamos aquí las que son, a nuestro humilde criterio, las cinco mejores ediciones en la historia del Super Bowl.

 

5. Super Bowl 43: Pittsburgh Steelers 27 – Arizona Cardinals 23

Santonio Holmes con una espectacular atrapada sobre la marca del defensivo de Arizona, Aaron Francisco, para darle la ventaja y la victoria a los Steelers en el Super Bowl 43. / Foto: Kirby Lee - USA TODAY Sports

Este fue uno de los mejores partidos de la década del 2000, principalmente por el buen nivel de juego de ambos equipos y por varias jugadas destacadas. Para Arizona, era la primera vez en que el equipo llegaba al juego de campeonato desde 1947, año de su último título. Para los Steelers, representaba la oportunidad de convertirse en la franquicia con mayor cantidad de anillos del Super Bowl, rompiendo con el empate que hasta ese momento ostentaba con Dallas y San Francisco.

Pittsburgh llegaba a ese partido con una marca de 12-4, la segunda mejor de la AFC. El principal fuerte del equipo residía en la defensa, que permitió la menor cantidad de puntos en la temporada (223) y yardas totales (3.795), además de ser el equipo con la segunda mayor cantidad de capturas (60). Mike Tomlin fue nombrado como Entrenador en Jefe del Año y James Harrison fue el Jugador Defensivo del Año. Para Arizona, la situación había sido diferente. Kurt Warner tuvo una de las mejores temporadas de su carrera, tras algunos años de bajo nivel, y llegó a ser lider en passer rating en la NFC (96,9), además de tener a tres receptores de 1000 yardas en Larry Fitzgerald, Anquan Boldin y Steve Breaston. Pese a ello, la defensa tuvo un nivel muy inconsistente, y los Cardinals, que habían ganado siete de sus primeros diez juegos, terminarían la temporada con marca de 9-7, lo que les dio el cuarto sembrado.

Los Steelers comenzaron el partido en gran forma. En su serie ofensiva inicial, avanzaron 72 yardas gracias a las recepciones de 38 y 21 yardas de Hines Ward y Chris Miller, respectivamente. No obstante, un touchdown por tierra de Ben Roethlisberger desde la yarda uno fue revertido, y Tomlin decidió ir por el gol de campo. Tras una serie inofensiva de Arizona, los Steelers consumieron el resto del reloj, y a poco de iniciarse el segundo cuarto, conseguirían la anotación gracias al corredor Gary Russell. Los Cardinals finalmente se despertarían de su letargo en la siguiente posesión, avanzando 83 yardas. 45 de ellas vinieron en una recepción larga de Boldin, que puso a su equipo en la uno de los Steelers. En la siguiente jugada, Warner conseguiría conectar con Ben Patrick para poner el resultado 10-7.

Después de esto, las defensas hicieron sus apariciones estelares. Tras series ofensivas sin resultados de ambos equipos, Karlos Dansby interceptaría a Roethlisberger y le daría gran posición de campo a su equipo. Pese a ello, tras varias jugadas, vino uno de los momentos clave del partido: James Harrison interceptó a Warner en la zona de anotación y conseguiría el hasta entonces touchdown más largo de la historia del Super Bowl, de 100 yardas (el record sería posteriormente quebrado por Jacoby Jones, que tuvo una devolución de patada de salida de 108 yardas en el Super Bowl 47). Así, el momentum había cambiado por completo, y Arizona, que podía haberse ido al medio tiempo arriba 14-10, se encontraba ahora abajo 17-7.

Tras forzar a los Cardinals a despejar en la primera serie de la segunda mitad, los Steelers consumirían más de ocho minutos del tercer cuarto. Sin embargo, y como al inicio del partido, no pudieron anotar y debieron contentarse con otro gol de campo de Jeff Blake. Las cosas seguirían iguales hasta el último cuarto, en que Warner conectó con Larry Fitzgerald para la anotación tras una serie de ocho jugadas y 87 yardas. Un par de series ofensivas más tarde, los Steelers empezaban en la yarda uno, y un holding ofensivo en la zona de anotación le otorgaría un safety a Arizona. Dos jugadas más tarde, y gracias a una fenomenal jugada de 64 yardas de Fitzgerald, los Cardinals daban vuelta el partido y se ponían al frente 23-20, con 2:37 por jugar. Lo que vendría después fue una brillante serie de parte de Roethlisberger, y un par de apariciones destacadísimas de Santonio Holmes: una gran recepción de 40 yardas, aprovechando un resbalón del safety Aaron Francisco, y posteriormente un touchdown espectacular venciendo la cobertura del propio Francisco. Le quedaban 35 segundos a Warner para intentar la hazaña, pero con 15 segundos restantes, LaMarr Woodley consiguió zafarle la pelota y fue el defensivo Brett Keisel quien sellaría la victoria de Pittsburgh, 27-23.

Pese a una última actuación superlativa de Warner en el Super Bowl (377 yardas y tres pases de touchdown), el pick six de Harrison resultaría ser crucial en el resultado. De nada serviría tampoco el brillante juego de Fitzgerald, quien cosechó 107 yardas y dos touchdowns en siete recepciones. Del lado de los Steelers, el MVP del partido fue el propio Holmes, quien obtuvo nueve recepciones, 131 yardas (más de la mitad de las 256 yardas de Roethlisberger en el juego) y la anotación de la victoria. De esta manera, los Steelers se llevaron su sexto campeonato y se colocaron como la franquicia más exitosa en el rubro, marca que sería igualada por los New England Patriots tras su victoria en el Super Bowl 53.


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4. Super Bowl 25: New York Giants 20 – Buffalo Bills 19

El pateador de los Bills, Scott Norwood, instantes antes de que su intento de gol de campo saliera desviado hacia la derecha, otorgándole el triunfo a los New York Giants. / Foto: Phil Sandlin - Associated Press

De todas las ediciones del Super Bowl, muy pocas pueden igualar en drama y tensión a la ocurrida entre los Giants y los Bills: un partido de ajedrez de alto vuelo entre la mejor ofensiva y la mejor defensiva de la liga que se decidiría de manera increiblemente agónica.

Para Buffalo, era su primera aparición en el juego de campeonato. Guiado por Marv Levy y Jim Kelly, los Bills llegaron a la final gracias a una potente ofensiva que cosechó 428 puntos y a una defensa subestimada, liderada por el Jugador Defensivo del Año, Bruce Smith (quien tuvo 19 capturas ese año). Eran considerados como el claro favorito, tras anotar 95 puntos en los dos partidos de playoffs anteriores. Por el lado de los Giants, a cargo de Bill Parcells, su defensa permitió la menor cantidad de yardas totales y puntos en contra. No obstante, su titular Phil Simms sufrió una lesión que obligaría a su reemplazo por el suplente, Jeff Hostetler. Sorpresivamente, el juego efectivo de Hostetler sería uno de los factores que guiaron al equipo durante el tramo final de la temporada y los playoffs (incluyendo una victoria crucial contra los Niners en el juego de campeonato de la NFC).

La defensa de los Giants, a cargo de Bill Belichick, tenía una tarea inmensa por delante: intentar contener a la ofensiva más prolífica de la liga. Y Belichick, en una muestra más que elocuente de su genio, lo hizo de una manera muy simple. Debió convencer a su unidad, liderada por el icónico Lawrence Taylor, de que la mejor manera de ganar era haciendo que los Bills corrieran. Cuantos más acarreos tuviera Buffalo, con Thurman Thomas como protagonista del juego terrestre, más chances tendrían de ganar.

Contrario a las expectativas generales del público, el trámite del partido fue cerrado y muy trabado. La primera ofensiva del juego, a cargo de Buffalo, terminó en un rápido despeje. Al recibir la pelota los Giants, su estrategia en ataque consistió en tener una serie lo más sostenida y larga posible para sacarle tiempo al reloj y restarle chances a Kelly y sus receptores. Tras diez jugadas y poco más de seis minutos, lograron capitalizar con un gol de campo de Matt Bahr. El equipo de Levy igualaría rápidamente el partido tras avanzar 66 yardas en 1:23. Tras forzar a despejar a los Giants, Kelly lideraría a su equipo en una brillante serie ofensiva de 80 yardas, coronada por un touchdown del corredor Don Smith. Así, Buffalo conseguía su primera ventaja en el partido, que luego ampliaría con un safety provocado por una captura de Bruce Smith a Hostetler en la zona de anotación (que milagrosamente no terminó en touchdown). No obstante, antes de terminar la mitad, los Giants abandonarían momentáneamente su táctica y la ofensiva anotó un touchdown gracias al receptor Stephen Baker tras una serie rápida de 87 yardas. Al entretiempo, Buffalo ganaba 12-10.


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La segunda mitad comenzó con los Giants al ataque, quienes volvieron a la estrategia inicial: una serie que duró unos increíbles nueve minutos y veintinueve segundos, un récord para la época. Dicha serie terminó con un touchdown de una yarda de Otis Anderson para poner a los neoyorquinos arriba 17-12. Tras un intercambio infructuoso de posesiones, Buffalo finalmente conseguiría anotar tras cuatro jugadas y 63 yardas, 31 de ellas provenientes del touchdown de Thurman Thomas. Buffalo ganaba 19-17 al inicio del último cuarto. Los dirigidos de Parcells responderían con otra larga serie, de más de siete minutos, que terminó en otro gol de campo de Matt Bahr, que los ponía nuevamente al frente por 20-19.

Ambos equipos intercambiarían nuevamente la pelota antes de la última serie de los Bills, con 2:16 por jugar. Con una mezcla de jugadas, Buffalo consiguió avanzar hasta la 29 de los Giants cuando apenas quedaban ocho segundos. Y ahí, el destino intervendría cruelmente: el intento de Scott Norwood se iría desviado hacia la derecha (de ahí que la jugada sea conocida como Wide Right), otorgándole así el título a los Giants.

La estrategia de Belichick había funcionado: Jim Kelly lanzó para apenas 212 yardas en treinta intentos, sin touchdowns. Thurman Thomas consiguió 135 yardas y una anotación en apenas 15 acarreos. Por ello, el plan de juego defensivo de los Giants está ahora en el Salón de la Fama. Por el lado de los Giants, Hostetler lanzó para 222 yardas y un touchdown, a la vez que Otis Anderson conseguía 102 yardas y una anotación en 22 acarreos. Fue un enorme triunfo para los Giants, producto de la disciplina y la eficiencia de todas las unidades del equipo. La patada de Norwood solo le agregó un toque del destino.

 

3. Super Bowl 13: Pittsburgh Steelers 35 – Dallas Cowboys 31

El veterano tight end de los Cowboys, Jackie Smith, momentos después de dejar caer de manera increíble el touchdown que le hubiera dado el empate transitorio a su equipo. / Foto: Phil Sandlin - Associated Press

En su época, no hubo partido más grande que el Super Bowl 13. Ciertamente no fue para menos: los Cowboys y los Steelers, liderados por los legendarios Tom Landry y Chuck Noll, se enfrentaban por segunda vez en cuatro temporadas en el juego definitorio para llevarse el tercer título. Dallas, a la postre el campeón reinante, intentó vengarse de la derrota sufrida en el Super Bowl 10 ante los Steelers. ¿El resultado? Un partido lleno de momentos inolvidables que hubiera seguido por siempre si el reloj de juego, inexorable y definitivo, no hubiera llegado a cero.

Sin duda, se trataba de un duelo entre titanes. Dallas llegaba con una marca de 12-4. La ofensiva, con Roger Staubach en los controles, era la que más puntos había cosechado (384). Su defensa, célebremente conocida como la "Doomsday Defense", era la mejor contra el juego terrestre y estaba segunda en yardas permitidas (4.009) y tercera en puntos permitidos (208). Del otro lado, Pittsburgh no tenía nada para envidiarles: poseían a Terry Bradshaw, coronado MVP de la temporada, una dupla de grandes corredores en Franco Harris y Rocky Bleier y una excelente linea ofensiva. Pero su principal fuerte era la famosa "Cortina de Hierro": la defensa, consistentemente genial durante aquellos años, había permitido la menor cantidad de puntos (195) y estaba segunda contra el juego terrestre y tercera en yardas permitidas.


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El partido fue entretenido desde el principio. En la primera posesión, los Cowboys avanzaron hasta dentro del campo de los Steelers. Sin embargo, cometerían un fumble durante un intento de engaño en una jugada de pase reversible, y el liniero defensivo John Banaszak recuperaría la pelota para los Steelers. Bradshaw no desaprovecharía la oportunidad y, algunas jugadas después, lanzaría una anotación de 28 yardas para John Stallworth. Staubach lograría hacer avanzar nuevamente a su equipo a campo rival, pero un par de capturas consecutivas obligarían al despeje. La defensa de Dallas daría un golpe poco después, cuando D.D. Lewis interceptó un pase dirigido a Stallworth, aunque la siguiente posesión terminaría en tres y fuera. En la serie subsiguiente, Bradshaw perdería el ovoide tras una captura de Harvey Martin, y fue "Too Tall" Jones el encargado de asegurar la pelota. Staubach conseguiría empatar el partido antes de finalizar el primer cuarto con un pase de 39 yardas para Tony Hill.

Al inicio del segundo cuarto, ocurriría otro turnover increíble: Bradshaw chocó con Franco Harris y soltó la pelota. Tras recuperarla, intentó lanzar un pase, pero sería rápidamente capturado por Hollywood Brown y Mike Hegman, quien esta vez consiguió arrebatarle el balón y correr 37 yardas hasta la zona de anotación. Dallas se ponía al frente 14-7. Pero Pittsburgh respondería inmediatamente con un touchdown de 75 yardas de Stallworth para empatar el juego. En la siguiente serie, la defensa de los Steelers forzaría un tres y fuera inmediato y tendría gran posición de campo para su propia ofensiva. Sin embargo, los Cowboys detendrían el avance con una captura, y el pateador Roy Gerela erró el intento de gol de campo. Tras llegar hasta el campo de los Steelers, Staubach sería interceptado por Mel Blount y, sumado a un castigo contra Dallas, pondría a los Steelers cerca del medio campo. Esta vez, Bradshaw no fallaría: conectaría dos veces con Swann, y tras un par de jugadas, encontraría a Bleier en la zona de anotación. Al medio tiempo, los Steelers ganaban 21-14.

En el tercer cuarto, y en medio de posesiones infructuosas, los Cowboys perdieron una enorme chance de empatar el marcador: gracias a los acarreos de Tony Dorsett, Dallas llegó hasta la yarda 10 de Pittsburgh. Ahí, Staubach lanzó un pase a la zona del tight end Jackie Smith, quien estaba completamente desmarcado. No obstante, el pase fue suave y Smith no pudo conseguirlo. El equipo de Landry debería conformarse con un gol de campo de Rafael Septién. Ya en el último cuarto, una polémica interferencia defensiva de Dallas pondría a los Steelers en la yarda 23 del rival.

Un par de jugadas más tarde, Franco Harris anotaría gracias a una ayuda no intencional de uno de los árbitros, que se interpuso en el camino de un defensivo de los Cowboys. En la patada de salida, Gerela se resbaló y la pelota salió desviada. Desafortunadamente para Dallas, Randy White, quien estaba jugando con un yeso en el brazo, cometió un fumble y los Steelers recuperarían la pelota en la 18 de los Cowboys. Inmediatamente después, Bradshaw conseguiría su cuarto touchdown del juego, conectándose con Swann. El marcador era ya de 35-17, y pese a que los Cowboys consiguieron anotaciones consecutivas (ayudados por una patada corta recuperada), los dirigidos por Chuck Noll evitarían una segunda patada corta recuperada por Dallas y se quedarían con el campeonato.


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Fue un partido plagado de errores y de grandes actuaciones. Terry Bradshaw fue nombrado MVP tras conseguir 315 yardas y cuatro touchdowns. Lynn Swann también tuvo un excelente partido, con siete recepciones para 124 yardas y una anotación. John Stallworth fue aún mejor: tuvo apenas tres recepciones, pero dos de ellas fueron anotaciones, además de obtener 115 yardas. Por los Cowboys, Staubach lanzó para 229 yardas, tres touchdowns y una intercepción, y Tony Dorsett corrió para 96 yardas en apenas 16 acarreos. Pittsburgh se convirtió así en el primer equipo en ganar tres Super Bowls (relegando a Dallas, que también buscaba su tercer título) y aumentaría el éxito de su dinastía con un cuarto campeonato al año siguiente, contra los Rams.

2. Super Bowl 49: New England Patriots 28 – Seattle Seahawks 24

El momento de la jugada que definió el Super Bowl 49: la intercepción de Malcolm Butler en la zona de anotación que le dio el cuarto título a los New England Patriots. / Foto: Mark J. Rebilas - USA TODAY Sports

Este partido lo tuvo todo: un duelo entre los dos sembrados número uno de cada conferencia, un trámite de alto rendimiento entre ambos equipos, una actuación brillante por parte de un jugador hasta ese momento virtualmente desconocido, una recepción absolutamente descomunal y quizás el cierre más dramático en la historia del Super Bowl.

Tanto New England como Seattle tuvieron temporadas similares: ambos equipos empezaron sus temporadas a los tumbos (2-2 para los Patriots, 3-3 para los Seahawks), pero luego se estabilizarían y terminarían el año con marca de 12-4. El equipo de Belichick culminaría como el cuarto equipo de la liga en puntos (468), mientras que los de Pete Carroll ostentaban la defensa con menos puntos en contra (254). Sin embargo, no podía haber un contraste más distinto para la llegada de ambos equipos. En efecto, mientras Seattle llegaba al Super Bowl de manera heroica, venciendo a Green Bay 28-22 tras ir abajo 16-0, los Patriots, que habían aniquilado a los Colts 45-7, se encontrarían en un clima enrarecido, en medio de la controversia conocida como “Deflategate”, que solo se zanjaría con una suspensión de cuatro partidos a Tom Brady en la temporada de 2016.

El partido comenzó con un primer cuarto sin puntos, mientras ambos equipos intercambiaban posesiones. Una de ellas tendría consecuencias importantes: en una intercepción a Brady en la zona roja, el esquinero Jeremy Lane terminaría fracturándose la muñeca y desgarrándose el ligamento anterior cruzado. No fue sino hasta el segundo cuarto que los Patriots anotarían, gracias a una recepción de 11 yardas de Brandon LaFell. Tras un par de series sin resultados, los Seahawks despertaron. El segundo pase completo de Wilson hasta ese momento resultó ser una recepción clave de 44 yardas de Chris Matthews, un jugador que había pasado gran parte del año en la escuadra de prácticas. Unas jugadas después, Seattle empataría el partido con un acarreo de cinco yardas de Marshawn Lynch. Brady respondería de inmediato completando cinco pases para 59 yardas, y la serie terminaría en un touchdown de 22 yardas de Rob Gronkowski, que se vio enfrentado en un mismatch contra el linebacker K.J. Wright. Pero con 31 segundos, Seattle avanzó como un rayo, y su osadía se vería recompensada cuando Russell Wilson encontró a Matthews para un touchdown de 11 yardas cuando apenas quedaban dos segundos. Al medio tiempo, el duelo estaba empardado a 14.

En la segunda mitad, el impulso inicial sería de los Seahawks. Seattle inició con una larga serie que acabó en un gol de campo de Steven Hauschka, dándole la ventaja a su equipo por primera vez en el partido. En la siguiente ofensiva, Brady sería interceptado por Bobby Wagner. Empero, el equipo de Pete Carroll tendría una segunda baja crucial en defensa, ya que Cliff Avril, quien había colaborado con la presión hasta entonces efectiva contra Brady, sufrió una conmoción que lo sacaría del juego. Ello no sería aún aparente: con ayuda de una recepción de 45 yardas de Matthews, Seattle sacaría 10 puntos de ventaja cuando Wilson encontró a Doug Baldwin completamente desmarcado en la zona de anotación.

Ya en el último cuarto, New England sería capaz de responder con una serie de 68 yardas y cuatro minutos, coronada con una anotación de cuatro yardas de Danny Amendola. Tras un rápido tres y fuera, Brady volvería a hacer marchar a su equipo con facilidad y, tras casi cinco minutos, pondría a los Patriots al frente 28-24 tras conectar en la zona de anotación con Julian Edelman. Con 2:02 por jugar, Seattle tendría su última serie. Wilson primero conectaría con Lynch para una recepción de 31 yardas. Y unas jugadas más tarde, Jermaine Kearse haría una recepción espectacular en el suelo, asegurando la pelota tras un rebote en su pierna y pese a la excelente marca del cornerback Malcolm Butler. Dicha jugada, de 33 yardas, dejó a los Seahawks en la yarda cinco de los Patriots con 1:05 por jugar. Una tackleada salvadora de Dont’a Hightower a Lynch dejó a Seattle en la uno, en donde ocurriría el milagro más grande del Super Bowl. Con solo 26 segundos, Malcolm Butler leyó correctamente la jugada e interceptó a Wilson en un slant dirigido a Ricardo Lockette, quien había sido bloqueado por Brandon Browner. Tras una falta defensiva, New England pudo conseguir el espacio necesario para que Brady se arrodillara y acabar así con el tiempo de juego.

El mundo quedó atónito ante semejante final. Pete Carroll se lamentaría haber cometido el peor error de su carrera. Y los Patriots, que venían de perder dos Super Bowls consecutivos en los momentos finales, se sacaron finalmente la espina y consiguieron extender su exitosa dinastía. Tom Brady, nombrado MVP tras una actuación rutilante (328 yardas y cuatro touchdowns), empató a Joe Montana con cuatro campeonatos. No obstante, la jugada del partido (y quizás la más importante en la historia del Super Bowl) le perteneció a Butler, un novato undrafted de West Alabama que le negó a Seattle la posibilidad, nunca más recuperada, de convertirse en la dinastía del momento.

1. Super Bowl 51: New England Patriots 34 - Atlanta Falcons 28 (OT)

Julian Edelman, momentos antes de hacer una de las recepciones más espectaculares en la historia del deporte, venciendo la cobertura de Robert Alford, Keanu Neal y Ricardo Allen. / Foto: Patrick Semansky - Associated Press

Muchos seguramente estarán en desacuerdo con esta elección, que no fue para nada fácil. No obstante el hecho de que este quizás no fue el partido más deslumbrante si analizamos el trámite en su conjunto, hay motivos que pueden justificar su inclusión en este puesto: es el único Super Bowl que llegó a tiempo suplementario (aunque no el único juego de campeonato: el cotejo de 1958 entre los Giants y los entonces Baltimore Colts también tuvo tiempo extra), fue escenario de la mayor remontada de la historia en la instancia y dio lugar a una de las jugadas más icónicas de todos los tiempos.

Como dijimos antes, el partido fue un cuento de dos mitades. El primer cuarto no registró mayores incidencias, ya que ninguno de los equipos anotó puntos. En la primera serie del segundo cuarto, sería la defensa de Atlanta la que diría presente primero, gracias a Deion Jones, que provocó un fumble de LeGarrett Blount, recuperado por Robert Alford. Luego, la ofensiva capitalizaría tras una serie de cinco jugadas y 71 yardas con un touchdown por tierra de Devonta Freeman. Tras un tres y fuera de New England, Atlanta nuevamente tendría una serie rápida que acabaría con una anotación por aire de Austin Hooper. Era la primera vez que Brady tenía una desventaja de 14 puntos en el Super Bowl. Y las cosas estaban por ponerse mucho peores: en la siguiente serie, Alford tendría un pick-six para poner a los Falcons 21-0. Brady apenas pudo conseguir que su equipo anote un gol de campo antes del entretiempo. Los Falcons ganaban convincentemente 21-3.

Ya en el tercer cuarto, y tras un par de series ofensivas sin consecuencia, Atlanta anotaría tras una marcha de 85 yardas para ponerse 28-3. Y a partir de ahí, el destino del juego cambiaría por completo. Brady finalmente conseguiría una anotación con James White para hacer arrancar a la ofensiva. Tras un rápido tres y fuera gracias a un holding ofensivo y una captura, una captura oportuna de Grady Jarrett en tercer down forzó a New England a conformarse con un gol de campo de Gostkowski para poner el juego a solo dos posesiones de diferencia. El destino, no obstante, le sonreiría a los de Bill Belichick: en una jugada de pase, Dont’a Hightower conseguiría llegarle a Matt Ryan y Alan Branch recuperaría el fumble en la yarda 25 de los Falcons. La ofensiva capitalizaría con touchdown de Danny Amendola más una conversión de White para acortar aún más el marcador a 28-20.

En la siguiente posesión, una recepción de 39 yardas de Devonta Freeman y una atrapada acrobática de Julio Jones de 27 yardas dejarían a Atlanta con la posibilidad de al menos conseguir un gol de campo y sellar el juego. Empero, un acarreo negativo, sumado a una captura de 12 yardas y un holding de la ofensiva llevarían a que los Falcons se quedaran con las manos vacías. Y en la siguiente serie ofensiva, llegó el milagro para New England: Julian Edelman haría una recepción sensacional en lo que podía haber sido una intercepción, superando la cobertura de tres defensivos, para asegurar la pelota centímetros antes de tocar el suelo. La ofensiva consiguió anotar nuevamente con James White y Amendola finalmente empató el partido con 58 segundos restantes.

Tras un último intento fallido de Atlanta para llegar a zona de gol de campo, llegó el tiempo extra. Los Patriots ganaron el sorteo y consiguieron la primera posesión. Ryan no tendría ocasión de tener la pelota. El equipo de Belichick avanzó todo el campo de juego sobre una defensa de Falcons que estaba exhausta y sin mayores chances de dar pelea. White sería el encargado de cerrar el partido con su segundo touchdown terrestre (y tercero del partido).

De esta manera se consumó la más grande remontada en la historia del Super Bowl. White obtuvo un récord de 20 puntos anotados (tres touchdowns y una conversión) y merecía ganarse el MVP. A pesar de ello, el premio le fue otorgado a Brady, quien estableció el récord en intentos de pase (62), pases completos (43) y yardas (466, marca que él mismo rompería al año siguiente). Este no habrá sido el Super Bowl más atractivo si se lo compara con los otros integrantes de la lista, pero no caben dudas de que fue la mayor muestra de temple y fortaleza frente a la adversidad en el escenario más grande de todos. 


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Nicolás Pérez

Nicolás Pérez

Desde hace algunos años me podés encontrar en NFL Argentina en Twitter comentando partidos, y ahora me sumo a No Huddle para aportar mi granito de arena y ayudar a convertirlo en el medio líder en el deporte. Me volví aficionado al fútbol americano por casualidad, cuando me topé con el Super Bowl XLVI mientras hacía zapping una noche de verano. Tras aquel partido, comencé a seguir a los Patriots, a quienes les tuve simpatía porque perdieron en esa oportunidad. Pensé que era una buena opción, hasta que poco después me enteré que eran los más ganadores del momento... terminó siendo una gran decisión.