Parece ayer, pero ya pasaron dos años desde que Los Angeles Rams dio un golpe sobre la mesa y se hizo con los servicios de Matthew Stafford. A cambio, fueron enviados a Detroit Lions el QB Jared Goff y varios picks de primera, segunda y tercera ronda. El movimiento, seguramente arriesgado, fue hecho con la premisa de "ganar ahora". Y mejor no les podría haber salido: ese 2021, con la notoria mejoría en el puesto de mariscal, con un Cooper Kupp imparable y con una defensa llena de talento en todas las áreas, la franquicia se coronó campeona del Super Bowl LVI en su propio SoFi Stadium.
Lo que pasó en 2022, si bien estaba dentro de las posibilidades, sorprendió a propios y extraños. Es cierto que cuando un equipo sacrifica futuro a cambio de presente, además del claro riesgo a que eso no alcance a corto plazo, también sabe que remará contra la corriente para seguir compitiendo cuando el tiempo inevitablemente pase y la ventana de éxito se empiece a cerrar. Pero no suele suceder tampoco que un equipo, de un año al otro, pase de campeón a tener récord 5-12 (de hecho fue el peor registro para un equipo que venía de ganar el anillo). Podríamos buscar varias explicaciones para darle causa a esto: el fenómeno "Super Bowl hangover", las lesiones constantes -especialmente en el lado ofensivo-, un ataque demasiado unidimensional, etc. Sin embargo, lo importante es lo que viene, y tras esta bajada de la montaña rusa de los Rams es imposible no preguntarse: ¿qué dirección deben tomar ahora?
Hace unos meses ya que el GM Les Snead viene hablando de "remodelar" en vez de "reconstruir". Pero la realidad es que no está en una posición en la que pueda cubrir bien los huecos que tiene a menos que traspase a algún jugador de renombre. Sean McVay será head coach al menos por una temporada más y el núcleo duro del equipo se mantendrá, con la excepción de Jalen Ramsey. ¿Alcanzará con eso? El año pasado, todos los jugadores de nivel pasaron tiempo lesionados y la mayoría no rindió cerca del nivel esperado. Los fuegos artificiales de aquel Super Bowl ganado con el tiempo no hacen más que seguir apagándose, y el futuro de ningún jugador está muy claro ya. Es más, existen rumores de que Aaron Donald podría ser moneda de cambio si la temporada de los de la NFC Oeste no va según lo esperado.
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En el medio de toda esta discusión, mencionado más o menos, está el mariscal del equipo. Recapitulando, a Stafford no le pesó la presión a la que se sometía cuando llegó a Los Angeles. Sabía que en una franquicia competitiva ahora tenía los reflectores encima y que la opinión iba a esperar a verlo caer para por fin echarle culpas a él y no al equipo que lo rodeaba. Pero eso no sucedió, porque Matt estuvo a la altura y, con sus ocasionales altibajos, probó ser la pieza del rompecabezas que faltaba y guió a la franquicia al éxito.
Claro está que eso no le aseguró un "para siempre" en el equipo, menos teniendo en cuenta que ya tiene 35 años. Es difícil hablar de declive sólo con lo que vimos en 2022, porque entre lesiones y una OL que no lo protegió también es normal que fuera inconsistente. Pero tampoco debería sorprendernos que a partir de este punto ya no mejore y que poco a poco vaya perdiendo fuerza y movilidad. En otras palabras, quizás más tarde que temprano Stafford deje de ser la solución, y sin un equipo competitivo al lado ya no pueda disfrazar las falencias del equipo, sino más bien lo contrario.
No sucederá ya, pero la gerencia de Los Angeles Rams debería estar pensando ahora mismo cuánto más tiempo querrá tener a su actual mariscal y cómo actuarán si efectivamente esta temporada vuelve a ser un fracaso. Seguir el camino de la reconstrucción casi con seguridad significa empezar por buscar un mariscal jóven de cara al futuro. ¿Cuántas balas les quedan con el proyecto actual? Lo sabremos este 2023.
Redactor y editor de la página web de No Huddle. Cubre la NFL desde 2021. Especialista en San Francisco 49ers.
