Que el árbol no tape al bosque. Esa es la principal premisa de unos Bengals que estuvieron a nada de alcanzar lo máximo en la última edición del Super Bowl, pero también evidenciaron las mismas falencias que los marcaron durante gran parte del 2021. Desde la falta de protección a Joe Burrow (una constante, año tras año) hasta la recuperación de una secundaria que dejó bastante que desear en los tramos finales de la postemporada, todos los objetivos apuntan a reforzar la base para seguir en la elite de la NFL.
Para la franquicia de Ohio -que hizo de la juventud una verdadera marca de agua en liga-, la línea ofensiva actual tiene tantas ventajas como contras. Asegurados ya su quarterback (Burrow), corredor principal (Mixon) y cuerpo de receptores de primer nivel (Chase, Higgins y Boyd), la cuenta pendiente está en cómo cuidar al mariscal dentro del pocket. Los números hablan por sí solos: Cincinnati permitió 51 capturas durante la temporada regular -más de 3 por partido- y apenas fueron superados por Ravens y Bears, dos equipos en donde el QB fue sacrificado en reiteradas ocasiones por su exposición permanente. Y si bien Zac Taylor intentó poner paños fríos sobre el asunto, adjudicándose responsabilidades en el playcalling, el hecho es que, una vez más, la OL está bajo la lupa por sus pobres performances.
Más allá de los desperfectos técnicos en la línea ofensiva, los Bengals también van a tener mucho trabajo en esta agencia libre: deberán extender el contrato de elementos que claramente tienen que permanecer en el roster titular post-SB. Hoy, asoman como prioridades la continuidad del safety Jessie Bates III (quien demostró estar preparado para los grandes momentos en el Super Bowl LVI) y el TE CJ Uzomah, alma, corazón y líder, dentro y fuera del vestuario. En menor medida, los DTs BJ Hill y Larry Ogunjobi -quien se anotó con 7 capturas durante la última temporada- son otros valores importantes dentro del plantel y resta saber qué movimientos va a permitir la gerencia con otros agentes libres como Riley Reiff (OT), Eli Apple (CB) y Vernon Hargreaves (CB), en ese orden respectivamente.
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El dato positivo para Cincy es que cuenta con un buen espacio el tope salarial: hasta la fecha, la cifra supera los 50 millones de dólares para poder manejarse con tranquilidad en la offseason. Y la búsqueda, para variar, pareciera estar centrada en un guard y un tackle ofensivo.
En lo que respecta a la primera de esas dos posiciones, nombres como los de Quinton Spain (que aparece en la lista de agentes libres de la franquicia), Hakeem Adeniji, Trey Hill y Jackson Carman no terminan de conformar el escudo protector que necesita Burrow para su seguridad. De hecho, en el caso de Carman todavía hay más dudas que certezas, porque no solo tuvo pocos minutos durante su temporada de rookie, sino que además sigue siendo una incógnita de cara al armado de la línea ofensiva de los Bengals en este 2022.
Así las cosas, la opción más viable es la de Brandon Scherff, RG de los Commanders, para solidificar la línea ofensiva de los de Ohio. Y si nos adelantamos un poco al Draft que se viene, el guard de Boston College, Zion Johnson, también puede ser la solución para el esquema de Brian Callahan por fuera de la agencia libre. Johnson es un animal de potencia absoluta, con gran poder de bloqueo y un imponente portento físico, ostentando 314 libras y una altura por encima del metro ochenta.
Boston College guard Zion Johnson with the grit & brawn during drills 😤@seniorbowl pic.twitter.com/VQ1fQuejR0
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Ahora bien, si pensamos en una cobertura full para el bueno de Joey, la posición de OT tampoco debe descuidarse: más allá de los aportes de D’Ante Smith, Isaiah Prince, Fred Johnson y Riley Reiff (que no tuvo grandes chances el último año y podría despedirse en esta temporada baja), Cincinnati debería dar todo y un poco más para hacerse de los servicios de un LT de sobrada calidad como Terron Armstead de los Saints y llevar adelante un enroque con Jonah Williams, que pasaría como RT -o incluso como RG, si así lo disponen Taylor y Callahan-. El problema con Armstead es su alarmante falta de continuidad año tras año y su valor en el mercado. La pregunta es: ¿estará dispuesto Mike Brown a gastar tanto dinero o irán por un plan B, como el RT de Jets, Morgan Moses, que mantuvo su regularidad durante su estadía en New York?
Del otro lado, la situación de los cornerbacks es para analizar con detenimiento. Con el muy castigado Eli Apple y Vernon Hargreaves en agencia libre -y más out que in- y algunos trascendidos que dan cuenta de un supuesto corte de Trae Waynes (que le ahorraría a la franquicia una cifra apenas mayor a los 10 millones de dólares), resulta imperioso para la franquicia sumar elementos en el costado izquierdo a la base conformada por Mike Hilton y Chidobe Awuzie, los dos esquineros por derecha que garantizan el normal funcionamiento de una secundaria que padeció a Cooper Kupp en la última cita del 13 de febrero. El nombre de Mario Goodrich, CB de Clemson que puede jugar por dentro o por fuera, ya flota en el aire como apuesta a futuro, pero nada más. Y las alternativas en el mercado, como el veterano Stephon Gilmore de los Panthers, no entran en las prioridades inmediatas.
Finalmente, quedarán otras posiciones a evaluar, como la de center (con Trey Hopkins, complicado por las lesiones, como moneda de cambio para la llegada de Ryan Jensen de los Bucs) y la de los DTs con la ecuación Hill-Ogunjobi, en donde uno de los dos podría armar las valijas, dejando así un buen margen para reestructurar la defensiva de los Bengals.
Periodista y CM en prensa gráfica y radio. Cubre la NFL en No Huddle desde el 2021 y es parte de los equipos de redacción y Redes Sociales.