El comienzo del nuevo milenio significó un cambio rotundo a nivel mundial. No sólo no se cumplió la profecía del Y2K en la cual la red de computadoras en todo el globo colapsaría sino que, al contrario, fue el puntapié para el nacimiento de nuevos órdenes en distintos rubros. La NFL no fue ajena a estas modificaciones y, por una combinación de factores, vio nacer a una de las mejores dinastías de la era moderna: New England Patriots.
La historia de los Pats puede ser un guión de película con actores principales, secundarios, controversias y -¿por qué no?- algún villano dando vueltas por ahí. El repaso de una de las mejores franquicias de la historia es el último de la saga de dinastías que tienen su espacio esta semana en No Huddle.
Son la piedra fundacional del éxito de la organización. Dos años después de la terminación del Gillette Stadium en Massachusetts (la idea original era establecerse en Connecticut) y una estadía intrascendente de Pete Carroll como head coach del equipo, Kraft decide contratar a Belichick, el director de esta película, en el año 2000. Un inicio para nada alentador tuvo el hombre de gesto adusto e imperturbable. Un 5-11 que en la actualidad podría costarle el cargo. Sin embargo, ese año traería una sorpresa impensada en el puesto 199 del draft. La cara más visible y reconocible de Foxborough en estos tiempos.
Cuenta Robert Kraft que el día que lo conoció, Brady se presentó como “el jugador de sexta ronda que será la mejor decisión que esta franquicia haya tomado en su historia”. Palabras contundentes que poca relación tenían con los reportes por parte de los reclutadores que describían a un jugador “de pobre condición atlética, carece de gran presencia física y fuerza, no tiene movilidad para quitarse la presión, no tiene un brazo fuerte, no es capaz de lanzar grandes distancias, poco preciso en espacios reducidos, presionado con facilidad y que seguramente será exhibido”.
Brady no mintió. En su primera temporada como titular tras la lesión de Drew Bledsoe, Patriots terminó con un récord 11-5 y la adjudicación del Super Bowl XXXVI ante St.Louis Rams. El primero de los seis anillos y de una primera etapa en el que conseguirían tres en un lapso de cuatro años: SBXXXVIII ante Carolina Panthers y SBXXXIX contra Philadelphia Eagles.
Por más que no tengan un rol protagónico en esta película, hay muchas personalidades que influyeron directamente o no, en la historia de la franquicia. ¿Qué sería de New England sin los goles de campo de Adam Vinatieri para vencer a Rams y Panthers? ¿Existiría semejante dominio de una institución si Pete Carroll le daba el balón a Marshawn Lynch en el Super Bowl XLIX? Lo cierto es que el football americano es un deporte de equipo de alto nivel, y para ganar, todas sus piezas deben responder en el momento que se los necesite. Por eso Vinatieri concretó sus goles de campo, Malcolm Butler interceptó a Russell Wilson en aquella final de 2014 y Patriots sumaba un nuevo anillo, el cuarto de la era.
Belichick supo encontrar un estilo de juego que se acomodara a Brady a medida que el tiempo transcurría para el mariscal. Muchos de los detractores de la franquicia utilizan argumentos de ese estilo para menospreciar su trabajo y alegar una falta de talento (como si sus títulos y logros personales no bastaran). Todos necesitan un complemento para triunfar. Randy Moss fue clave en 2007 para que Brady consiguiera 4806 yardas, 68,9% de pases completos y el récord de 50 touchdowns en una temporada para dejar atrás a los 49 de Peyton Manning. Sin embargo, los mejores compañeros de la última década y más valiosos para la institución surgirían en 2009 con los fichajes de Rob Gronkowski y Julian Edelman. Los laderos más importantes de Brady y autores de las atrapadas más valoradas de los últimos dos anillos de Super Bowl.
Nadie puede dudar que la final contra Atlanta Falcons es una de las mejores de la historia tanto para New England como para la NFL. El Super Bowl LI tuvo todos los condimentos que llevó a Patriots a lo más alto. Fue una verdadera epopeya la remontada de 28 puntos con prórroga incluida para ganar por 31-28. Kyle Shanahan, coordinador ofensivo de Falcons, necesitaba solamente 1 yarda en tercera oportunidad para conseguir un primero y diez que prácticamente le daba el título. Pero decidieron lanzar el balón, Dont’a Hightower provocó el fumble de Matt Ryan, seis jugadas después Patriots anotó, la diferencia era de una posesión, Edelman concretó la atrapada de su vida y el resto es conocido.
La temporada 2018/19 quedará como la última vez que Tom Brady ganó un anillo de campeonato. El sexto de su cuenta personal y de la franquicia. Probablemente, sea el curso en el que más se notó como el sistema estaba pensado pura y exclusivamente para él. Un estilo de juego similar al que implementaron los Broncos de Denver con Peyton Manning en el 2016. El resultado fue el mismo: campeones. En este caso, Patriots lo hizo frente a los Rams de Sean McVay en un partido apático, frío. Pero que tuvo un momento de lucidez cuando Brady ubicó a Gronkowski, quien con una atrapada espectacular dejó a su equipo en primera y gol. Sony Michel concretaría el único touchdown de la noche.
En la final de la AFC, frente a Kansas City, otro personaje secundario de esta película tuvo una participación fundamental. Una infracción de Dee Ford en la formación defensiva de Chiefs invalidó el esfuerzo de Chavarius Ward por anticipar a Gronkowski y devolverle la posesión a su equipo. Era el pase a la final. El encuentro se definió en la prórroga, pero Chiefs no tuvo nunca más contacto con el balón hasta la siguiente temporada.
New England es, sin dudas, el equipo más dominante de este siglo en la NFL. También conserva lugares oscuros en esta porción de su larga vida en la que sus más enemigos le marcarán por siempre. A nivel deportivo, los casos del "Tuck rule game" frente a Raiders en 2001 o el "Deflategate" de 2017 que le valió cuatro fechas de suspensión a Brady. En el ámbito judicial, el llamativo silencio (vigente en la actualidad) por parte de la institución en el caso Aaron Hernández, la orden de arresto de Robert Kraft en 2019 o el frustrado paso de Antonio Brown que debió abandonar la actividad por denuncias de maltrato. Hechos que empañan una pequeña porción de la gloria que supieron conseguir en estos 20 años. En definitiva, cabe volver a preguntar: ¿sería distinta la historia si todos estos sucesos deportivos y extradeportivos salieran en contra de la franquicia? Imposible saberlo. El tiempo dirá si los éxitos terminan con la partida de Tom Brady. Lo que es una realidad es que New England consiguió construir su dinastía por derecho propio.
Soy periodista deportivo y deambulé por varios rubros hasta que comencé a ver NFL en 2015, durante el Super Bowl XLIX, cuando Pete Carrol hizo lo imposible para perder ese campeonato frente a Patriots. Desde entonces, tengo admiración por New England y Tom Brady, el mejor de la historia. El jugador que más disfruto en un campo de juego es Russell Wilson y así será hasta que se retire. Ser uno de los miembros fundadores de la familia de No Huddle es un paso adelante en mi carrera y espero retribuirlo con todo el rigor que un análisis periodístico requiere.