Patriots 2020: predicción para un año incierto

17 de Mayo de 2020
El HC de los Patriots, Bill Belichick, junto a Tom Brady, ahora mariscal de Tampa Bay. Belichick tiene un enorme desafío por delante: mantener a New England en la cima de la liga sin su mejor colaborador. / Foto: Greg M. Cooper - USA TODAY Sports

Es un lugar común entre todos los aficionados y expertos que la longeva dinastía de los New England Patriots está terminada. Bill Belichick está todavía al mando del equipo, pero la ida de Tom Brady a los Tampa Bay Buccaneers marcó un antes y un después en la historia de la franquicia.

El gran desafío para los Pats es intentar que la transición sea lo menos dolorosa posible. Sus rivales divisionales han aprovechado estos meses para reforzar sus plantillas lo más posible. Si bien creo que los Jets todavía no están listos para competir por la corona, tanto los Bills (a quienes muchos consideran como el favorito para ganar la división) como los Dolphins buscarán dificultarles la tarea de mantener el nivel todo lo que puedan. Sin embargo, el desafío no solo proviene desde adentro de la división: los Patriots tienen este año el calendario más difícil de la liga. Sin lugar a dudas, Belichick se enfrenta a un gran desafío. Pero también sabemos que generalmente tiene una respuesta frente a los interrogantes más difíciles.

Los Patriots sufrieron la salida de tres baluartes del front seven como Kyle Van Noy, Jamie Collins y Elandon Roberts. También perdieron a Danny Shelton e intercambiaron a Detroit a Duron Harmon, dos jugadores que, si bien no son estrellas, dentro del esquema defensivo de Belichick fueron productivos. El HC ya hizo sus movidas para cubrir las bajas, y tendremos que esperar a que la temporada empiece para ver los resultados.

Sin embargo, a New England no se le acabaron las estrategias. La salida de Brady, aunque cargada de emotividad por todos los logros que el jugador consiguió para el equipo, es simplemente tratada como lo que es: una salida. Y ello no puede estar más en sintonía con la filosofía de equipo que Belichick ha construido a lo largo de su estadía: el grupo va por sobre las distintas individualidades, por más grandes que ellas sean.

Y si bien creo que New England va a tener un bajón respecto de temporadas pasadas, no creo que sea uno sustancial. Para ponerlo en números concretos: en el mejor de los casos, creo que el equipo puede llegar a un récord de 10-6. Y, en el peor de los casos, 7-9.

Para explicar un poco mi razonamiento, voy a recurrir a dos claves del pasado y dos claves del presente que creo que deberíamos tener en cuenta para pensar que los Patriots van a hacer todo lo que esté a su alcance para competir. Desde luego, no estoy sugiriendo que son los favoritos para ganar la división, pero tampoco creo que vayan a tener una temporada desastrosa (y mucho menos pienso que Belichick, uno de los HCs más ganadores de la historia, piense hacer tanking). Dicho esto, comencemos con el análisis.

Las claves del pasado

2008: Ya hubo vida sin Brady

Tom Brady, momentos después de sufrir la rotura de ligamentos en la victoria 17-10 contra los Chiefs en la semana 1 de 2008. La lesión le costaría la temporada, y si bien Matt Cassel tuvo una temporada admirable en su reemplazo, los Patriots no clasificarían a playoffs. / Foto: Jim Davis - Boston Globe.

Cuando nos enteramos de que Tom Brady ya no vestiría más la casaca de los Patriots, naturalmente hubo un profundo sentimiento de tristeza. Se iba el jugador más ganador de la historia, el seis veces campeón del Super Bowl, poseedor de un sinfín de récords de franquicia y de liga. Con el número 12 al mando del equipo, siempre había optimismo de que el equipo pelearía para ganar el Trofeo Vince Lombardi. Y si bien no siempre se puede conseguir todo, seis anillos en 19 temporadas de Brady con el equipo es un logro nada despreciable.

¿O quizás debería decir seis anillos en 18 temporadas? Pareciera que fue hace una eternidad (NdR: fue hace 12 años nomás) cuando Tom Brady sufrió una rotura de ligamentos que lo dejó sin temporada. Ello ocurrió en el primer cuarto del partido inaugural de la temporada, contra los Kansas City Chiefs. Quien entró a reemplazarlo fue Matt Cassel, un pick de séptima ronda de 2005.

Recordemos que Brady venía de conseguir una de las mejores temporadas individuales para un mariscal en toda la historia. Su línea estadística fue de 398 pases completos en 578 intentos (68,9% de pases completos), 4806 yardas, 50 touchdowns y apenas ocho intercepciones, con un rating de pasador de 117,2. Gracias a esa performance excepcional, su equipo ganó todos los partidos de la temporada, con la sola excepción del Super Bowl XLII, y por ello se ganó numerosos premios, incluyendo el de MVP de temporada regular.

Desde luego que iba a ser realmente muy difícil que en 2008 Brady pudiera replicar los números abultados de 2007. Pero considerando que Cassel sería titular por primera vez en su carrera, los números que consiguió fueron buenos: en 16 partidos jugados (15 inicios), lanzó un 63,4% de pases completos (327 completos en 516 intentos), para 3693 yardas, 21 touchdowns y 11 intercepciones, con un rating de 89,4.

Con esos números, Cassel lideró al equipo a la victoria en diez ocasiones (sin contar la victoria sobre los Chiefs en la semana 1, pero que se le acredita a Brady, por ser el mariscal que inició el partido), y los Patriots tuvieron un récord de 11-5. Pese a ese buen resultado, el equipo no pudo clasificar a playoffs por criterios de desempate: Miami, también con récord de 11-5, ganó la división por tener un mejor diferencial en partidos de conferencia (8-4 contra 7-5), y Baltimore (marca de 11-5) se quedó con el segundo comodín (el primero era de Indianapolis, con récord de 12-4) también por mejor diferencial en partidos de conferencia (nuevamente 8-4 contra 7-5). Fue la segunda vez en la historia que un equipo de 11 victorias no pudo clasificar a playoffs (también le ocurrió a los Broncos de 1985, aunque en aquella época clasificaban diez equipos en lugar de los 12 actuales).

Tampoco está de más recordar que en 2016, New England jugó cuatro partidos sin Brady. Mientras el mariscal titular cumplía una suspensión a raíz del Deflategate, Jimmy Garoppolo consiguió victorias en los primeros dos partidos de la temporada (contra Arizona por 23-21 y contra Miami por 31-24). Sin embargo, una lesión en el segundo partido, contra Miami, obligó a que Jacoby Brissett lo reemplazara por el resto de ese juego y posteriormente sería el titular contra Houston (victoria por 27-0) y Buffalo (derrota por 16-0). Después de ello, Brady volvió y tuvo una temporada brillante, con victorias en 11 de los 12 partidos regulares restantes, antes de llegar al Super Bowl LI y vencer a los Falcons en la remontada más importante de todos los tiempos.

Para cerrar con este ejemplo, obviamente hay que señalar que, tanto en 2008 como en esos primeros partidos de 2016, se contaba con que Brady volvería. Esto no ocurrirá ahora, pero los hinchas del equipo pueden estar seguros de que hay vida sin Brady, y de que será cuestión de tiempo para que Belichick haga sus famosos ajustes.

2001-2004: La dinastía defensiva

En general, cuando se habla de la dinastía de New England, suele haber una división entre aquellos que creen que existe una sola, con dos períodos de éxito (entre 2001 y 2004 y entre 2014 y 2018), y aquellos que creen que en realidad se trata de dos cortas dentro de una larguísima, separadas por diez años en los que la franquicia no consiguió ganar un Super Bowl.

Dejando de lado esa diferencia de criterios, ese período inicial de la dinastía estuvo marcado por la preponderancia de la defensa. En aquellos años, la defensa estuvo siempre nutrida con la presencia de jugadores excelentes y productivos, un aspecto que Belichick, coordinador defensivo por oficio, no tardó en aprovechar.

Esa defensa se caracterizaba por tener un estilo de juego intenso y físico. El punto fuerte estaba centrado en su excelente secundaria, liderada por jugadores como Ty Law, Roman Phifer, Lawyer Milloy, Rodney Harrison y Asante Samuel. Y el front seven no era menos, con jugadores de la talla de Tedy Bruschi, Mike Vrabel, Willie McGinest y Richard Seymour. Todos ellos contribuyeron, en mayor o menor medida, en la obtención de los tres campeonatos entre 2001 y 2004.

Para remarcar el nivel de esta célebre defensa, voy a utilizar una estadística que suele ilustrar el éxito de esta unidad: los puntos permitidos. A excepción de 2002, en donde la defensa permitió 346 puntos (y en donde los Patriots, con récord de 9-7, no clasificaron a playoffs), en 2001, 2003 y 2004, la defensa cedió, en promedio, poco menos de 257 puntos por temporada, lo que también da un promedio de apenas 16 puntos por partido. Esa estadística excelente es un factor que muestra por qué el equipo terminó con récord de 11-5 en 2001, 14-2 en 2003 y otro 14-2 en 2004, sumado a los anillos en dichas temporadas.

En contraposición a la defensa, el ataque no estaba aún plenamente inclinado hacia el juego aéreo, una característica que recién comenzaría a apreciarse a partir de 2005. En los primeros años de la dinastía, el juego terrestre era sólido, y ello, junto a la gran defensa del equipo, hacía que Brady no tuviera que poner números excelentes para compensar. La posterior pérdida de talento en defensa forzaría eventualmente a Belichick a modificar la orientación de su esquema de juego, y en los años subsiguientes, sería el ataque aéreo, liderado por Brady, quien recogería la principal carga de la ofensiva y llevaría al equipo a los éxitos posteriores.

La única excepción a esta tendencia ocurrió en 2018, año en que los Patriots ganaron el Super Bowl LIII gracias a una memorable actuación de la defensa, que limitó al multidimensional ataque de los Rams a tan solo tres puntos (lo que fue un homenaje a la victoria en el Super Bowl XXXVI, también contra los Rams, quienes por aquél entonces poseían el mejor ataque de la liga). En este último partido de campeonato, el ataque apenas realizó 13 puntos, 10 de los cuales ocurrieron en el último cuarto. Y si bien Julian Edelman (diez recepciones, 143 yardas) se llevó el MVP, muchos consideraban que el premio debería haber ido para Dont’a Hightower (dos tackles, ambos para pérdida, dos capturas, tres QB hits y un pase defendido) o para Stephon Gilmore (intercepción, cinco tackles y tres pases defendidos).

El legado de la defensa del período 2001-2004 sin lugar a dudas que se recuerda en New England, a tal punto que cada vez que el equipo logra conseguir actuaciones defensivas consistentemente positivas, la comparación con una de las unidades más dominantes de los últimos tiempos parece inevitable.

Las claves del presente

Defensa en regeneración

Como dije al iniciar este artículo, los Patriots tuvieron fuertes pérdidas en la defensa. Belichick no perdió tiempo y en la agencia libre firmó a jugadores como Beau Allen, Adrian Phillips y Brandon Copeland para reforzar las distintas posiciones.

En el draft, Belichick cubrió de sobra la falta de linebackers con las selecciones de Josh Uche (segunda ronda), Anfernee Jennings (tercera ronda) y Cassh Maluia (sexta ronda). Asimismo, con la primera selección del draft, New England eligió a Kyle Dugger, (safety de Lenoir-Rhyne, un college que compite en una división menor), quien junto con Uche, tuvo una actuación destacada en el Senior Bowl. Muchos consideraron elevada la selección de Dugger (pick 37, segunda ronda), pero creo que es un riesgo que valió la pena tomar.

¿Cuál es el plan de Belichick para esta defensa? Max McAuliffe, en un interesantísimo artículo para Sports Illustrated que no tiene desperdicio, cree haber descubierto las intenciones del genio defensivo: derrotar a los equipos que hacen uso de jugadas RPO (“run-pass option”).

McAuliffe señala con acierto que tres de las cuatro derrotas en la temporada regular fueron ante equipos que incorporaban jugadas RPO en su esquema ofensivo (Houston, Kansas City, Baltimore, y yo también agregaría la derrota en el Super Bowl LII ante los Eagles de Doug Pederson, antiguo discípulo de Andy Reid, HC de los Chiefs y uno de los gurúes del sistema RPO), y destaca que el plan de Belichick para esta temporada era reforzar la defensa con jugadores fuertes, rápidos y versátiles. De ahí que, para el analista, cobran sentido las selecciones de Dugger, Uche y Jennings, así como la firma de Phillips.

Si la idea de McAuliffe es correcta, no sería nada extraño por parte de Belichick. Se sabe de sobra que el HC está considerado como una de las mayores mentes defensivas en la historia (a tal punto que su plan de juego para vencer a los Bills en el Super Bowl XXI, en donde participó como coordinador defensivo de los Giants, está en el Salón de la Fama). Y si hay un rasgo que sobresale de Belichick es su habilidad de descifrar las tendencias ofensivas y defensivas de los demás equipos y encontrar fórmulas para vencerlas.

Por lo pronto, solo los resultados concretos podrán decirnos si Belichick tiene éxito en su cometido. Pero todo parecería indicar que la defensa podrá mantenerse con un nivel razonablemente bueno, a la espera que, con el correr de los juegos, todos los jugadores se afiancen.

El X-Factor: Jarrett Stidham

Jarrett Stidham, el heredero de Tom Brady. El mariscal surgido de Auburn tiene altas posibilidades de convertirse en el titular del equipo de cara a la temporada. / Foto: Mark J. Rebilas - USA TODAY Sports

Este análisis no podía omitir al jugador de quien todo el mundo Patriots está hablando en estos momentos. Jarrett Stidham, selección de cuarta ronda de 2019, tiene la nada envidiable tarea de suceder a quien muchos consideran como el mejor mariscal de esta era, y también de todos los tiempos. Sin lugar a duda, son zapatos enormes los que debe llenar, aunque sabemos que es muy probable que no lo haga.

Y es por esa razón que nos debe quedar algo bien claro: Stidham no es Brady, así que no debemos esperar que el flamante mariscal titular nos proporcione partidos con estadísticas bien abultadas. Si lo hace, bien por él, bien por los hinchas, que seguirán festejando, y también bien por Belichick, que seguramente estará contento de haber drafteado a otro mariscal capaz. Pero este es un proceso que recién comienza para él, y todo proceso requiere de un factor esencial para permitir su desarrollo: tiempo.

Sin embargo, en estos días no han sido pocos los que señalaron que Stidham impresionó a los entrenadores el año pasado con su nivel de preparación. Eso dice mucho de por qué Belichick decidió no buscar a un mariscal en el draft (teniendo disponibles a Jake Fromm, Jacob Eason o Anthony Gordon para elegirlos en una etapa adecuada) y se contentó simplemente con conseguir a Brian Hoyer (un recontra viejo conocido de la casa) para servir como suplente. El motivo es claro: el HC confía plenamente en que Stidham hará las cosas lo suficientemente bien como titular.

¿Cómo será el plan de juego de Josh McDaniels, el coordinador ofensivo del equipo? Aunque sea cierto que el egresado de Auburn tiene un buen dominio del playbook, no me sorprendería que busquen simplificar un poco el sistema, no tanto por Stidham, sino por el hecho de que hay todavía hay que pulir un poco la performance de las piezas del ataque, con las excepciones de Edelman, Sanu, Michel y White.

N’Keal Harry, selección de primera ronda de 2019, quien se perdió gran parte de la temporada pasada por lesión, seguramente va a tener un lugar más importante en el equipo, al igual que Jakobi Meyers, y posiblemente Gunner Olszewski. Y los dos TEs elegidos en este draft, Devin Asiasi y Dalton Keene deberán comenzar de cero, aunque se espera que sean titulares en una posición que fue realmente débil en la temporada pasada. El mismo Stidham va a tener que trabajar en su conexión con todos los receptores y corredores, y es posible que eso también le tome un poco de tiempo.

A medida que el ataque vaya ganando consistencia y se sucedan las buenas performances, McDaniels se va a sentir lo suficientemente confiado como para apoyarse en uno de sus puntos positivos: la utilización de jugadas creativas para explotar los puntos débiles de las defensas rivales y conseguir jugadas de gran yardaje y puntos fáciles.

Es muy probable que esta temporada el ataque no descolle por su productividad. Sin embargo, todavía hay piezas interesantes que le permitirán a Belichick y McDaniels obtener rendimientos lo suficientemente eficientes como para no poner mayor presión a la defensa. No obstante, el gran desafío será ver a este ataque en acción contra los mejores equipos de la liga, como Kansas City, Baltimore, San Francisco y Seattle, quienes se enfrentarán a los Patriots en temporada regular.

En resumen

En conclusión, creo que los Patriots no caerán en la mediocridad que muchos ya le vienen augurando desde hace varios años. En una temporada en la que hay demasiados cambios, no sería justo considerar un récord de 7-9 o de 8-8 como un fracaso absoluto. No me cansaré de decir que New England está en transición, y que la idea de Belichick es hacerla lo más suave posible, en vistas a poder retomar eventualmente el nivel por el que los Patriots se han destacado en casi dos décadas. Para hacerlo, tienen antecedentes que les permitirán cubrir las contingencias posibles, y tienen piezas como para ejecutar los planes que Belichick haya desarrollado para esta temporada.

Por ello, coincido con la predicción hecha por mi colega, Patricio Barrese, y creo que un récord de 9-7 es el escenario más probable, aunque, como dije antes, no me extrañaría que los Patriots terminen con una marca de entre 7-9 y 10-6.

 

La información estadística fue extraida de Pro-Football-Reference 


Nicolás Pérez

Nicolás Pérez

Desde hace algunos años me podés encontrar en NFL Argentina en Twitter comentando partidos, y ahora me sumo a No Huddle para aportar mi granito de arena y ayudar a convertirlo en el medio líder en el deporte. Me volví aficionado al fútbol americano por casualidad, cuando me topé con el Super Bowl XLVI mientras hacía zapping una noche de verano. Tras aquel partido, comencé a seguir a los Patriots, a quienes les tuve simpatía porque perdieron en esa oportunidad. Pensé que era una buena opción, hasta que poco después me enteré que eran los más ganadores del momento... terminó siendo una gran decisión.