Uno de los equipos que más cambió en ataque con respecto a los jugadores que tenía hace dos años, sin dudas, es Arizona. Un nuevo head coach en sí ya implica una ofensiva nueva, y si añadimos que decidieron también cambiar de mariscal, habla de un proyecto pensado seriamente y armado desde cero para obtener los resultados que quiere el inexperimentado entrenador en jefe que entra a su segundo año en la NFL: Kliff Kingsbury.
Actualmente, Arizona es una de las franquicias que más hype recibe por parte de expertos y aficionados. Tal vez el entusiasmo que hay alrededor del equipo sea excesivo, si se tiene en cuenta lo poco probado del ataque, las dudas alrededor de la defensa y la competitiva división en la que se encuentran. Pero el proceso de armado de la ofensiva y los nombres y flashes que mostraron la temporada pasada, alientan a pensar que hay un sleeper en la NFC Oeste que esta por despertar, y que puede sorprender (o no tanto) como una de las mejores ofensivas de la liga en el 2020.
Como siempre, el armado de los equipos es un proceso, y para entender lo que es hoy, hay que ver el camino y las decisiones que se tomaron en los años previos. El equipo del desierto tomó decisiones drásticas y polémicas en los últimos dos años, pero necesarias para llevar a cabo el plan que tenía en mente Steve Keim, el GM del team.
Como se explicó, los cambios fueron agresivos y sorpresivos.
El equipo tenía un rumbo tomado en 2018, dónde su mariscal era el rookie Josh Rosen, pick 10 del draft de 2017. Su entrenador también era novato, Steve Wilks, quien ejercía por primera vez como HC en la NFL luego de varios cargos secundarios. La temporada fue decepcionante, no sólo por el récord, que fue un pésimo 3-13, sino que también por la paupérrima tarea y el poco desarrollo mostrado por Rosen.
Ese verano, Keim decidió que había visto suficiente del joven mariscal y del flamante head coach, y decidió hacer algo realmente inédito. Primero, despidió al entrenador, y en su lugar contrató a Kliff Kingsbury, un joven que venía de ser el HC de Texas Tech, y que se lo veía como un gurú ofensivo que nunca podría aplicar sus esquemas y sistema en la NFL. Luego, para terminar de dinamitar el ataque y definir al 2018 como una temporada perdida, ponen en shock al mundo de la NFL, y draftean con el primer pick general a Kyler Murray, QB de Oklahoma. Aunque se especulaba mucho con este movimiento, porque se creía que era un gran fit en la ofensiva de Kingsbury, además de la buena relación que el HC y el QB tenían, sorprendió ver cómo Arizona apostaba por un mariscal después de draftear otro en el top 10 el año anterior. Para terminar con las especulaciones sobre quién sería el titular y si la temporada iba a ser una batalla entre dos jóvenes para liderar a los Cardinals, Rosen fue traspasado a Miami por un pick de segunda ronda y uno de quinta del Draft 2020.
Con esos dos cambios ya hechos, el ataque se perfilaba para ser muy distinto. Con el pick conseguido en ese draft gracias al intercambio de Rosen, draftearon la primera arma pensada específicamente para Murray: Andy Isabella, un receptor súper veloz capaz de estirar las defensivas rivales y abrir el juego para su mariscal.
Para seguir la moda que les sentó muy bien, los cambios inesperados y sorprendentes no cesaron. Previo a la semana 9 de la pasada temporada, Arizona obtiene a Kenyan Drake proveniente de Miami Dolphins vía trade. Una mejora el backfield que contaba con un lesionado y mermado físicamente David Johnson y un Chase Edmonds que prometía, pero también tenía problemas físicos. El golpazo final lo dieron esta temporada baja, cuando las aguas estaban calmadas en la liga, Arizona adquirió a DeAndre Hopkins, en un insólito trade aceptado por Bill O´Brien, GM, HC y dueño de las cuestionables (como mínimo) decisiones de los Houston Texans, que se quedaron con el RB Johnson y su enorme contrato, entre otras cosas.
Finalmente, y para terminar la transformación, el Draft trajo consigo a una última pieza fundamental. En tercera ronda consiguieron uno de los posibles robos, cuando eligieron a Josh Jones, el tackle ofensivo de Houston que estaba proyectado para ser un pick del final de primera ronda, o principios de segunda. También seleccionaron a Eno Benjamin para terminar de formar el comité de corredores, junto con Drake y Edmonds. El equipo parece listo para el despegue.
Los cambios drásticos tienen un sentido, y ese es el de ajustarse al esquema que caracterizó la carrera como coordinador y entrenador de Kingsbury: la “Air Raid Offense”.
Este sistema consiste básicamente en colocar cuatro receptores abiertos (dos en cada extremo y dos en cada lado del slot), un corredor y el mariscal en formación “shotgun”. El esquema tiene sus variantes, como todos, pero el objetivo que tiene éste, que es muy popular en el College hace varios años, es simplificar el ataque y las lecturas de jugadas para el mariscal, y atacar en base a lo que la defensa te muestra. Es un sistema basado principalmente al ataque aéreo y orientado en las estrategias más modernas y analíticas que hay.
Las estadísticas analíticas, que empezaron a tener peso en la NFL hace poco tiempo, muestran que las ofensivas orientadas al juego aéreo son las más efectivas y las que más posibilidades otorgan para ganar. Esto no quiere decir que se deje de lado el ataque terrestre ni mucho menos, pero la prioridad es la lectura del ataque aéreo, con pases rápidos de corto y medio yardaje, aprovechar todo el ancho del campo, y trabajar con la mayor posibilidad de variantes.
Con este esquema, las opciones de juego son muchísimas; desde decidir a qué receptor pasar (teniendo en cuenta que están espejados de ambos lados), hasta correr el balón porque la defensa puso pocos hombres en la caja. Esta pensado para ser “sencillo” para el mariscal.
El gran problema con el sistema es el rechazo que tiene en la NFL en general. Últimamente, traer cosas nuevas del football universitario es más habitual, pero algo tan innovador y no probado en la liga, trajo muchos detractores. La realidad es que el esquema es, o debería ser, incluso más efectivo en la NFL, porque el talento para efectuarlo es superior, y la orientación del plan de juego es la misma a la que apunta cada vez más la liga, que son ofensivas rápidas, aéreas y explosivas.
La ofensiva de Arizona esta hecha a medida para Kyler Murray.
— Martin Wizenberg (@MartoWizi) May 23, 2020
Estoy convencido de que va a prosperar en este sistema, y estas jugadas ejemplifican un poco lo que puede hacer. Dual-Threat puro.
Ah, y sus pases profundos son exquisítos 🔥🎯 pic.twitter.com/yydWmPbdJn
En el tweet adjunto, vemos tres jugadas fieles al sistema. La primera, es una simple y acertada lectura de Kyler, que identifica a Seattle cargando poca gente en el front seven, y aprovecha para entrar a la endzone casi sin oposición. Las otras dos son jugadas de pase donde muestra su gran toque a zonas profundas, una justifiación al sinfín de comparaciones que hay con Russell Wilson. La última utiliza algo que se verá muy seguido en el equipo: los RPO (Run-Pass option), que al ejecutarlos un mariscal que puede pasar profundo, o hacer la gran Lamar Jackson y salir disparado con el balón, hacen de esta una jugada impredecible y muy difícil de defender.
Ya explicado brevemente el funcionamiento de la “Air Raid Offense”, hay que mirar cómo le fue a Kliff, Murray y compañía en el primer año, y cómo les puede ir en el segundo.
Todo el equipo tuvo que adaptarse a tener un nuevo mariscal y un nuevo HC, que traía ideas diferentes. El principal objetivo del sistema es darle rápidas opciones al quarterback y que este pase rápido, para neutralizar al pass rush, y luego atacar profundo cuando se da la oportunidad. Murray demostró que puede dar pases rápidos en una ofensiva de juego dinámico. Lo sorprendente, para ser de primer año, es como también pudo sobresalir en los pases profundos: según Football Outsiders, Murray fue el mejor mariscal en pases de más de 21 yardas, completando 30 de 49 intentos (61.2% de efectividad) y superando incluso al mejor del 2018, que fue el ya retirado Andrew Luck. Además de eso, la calidad de sus armas no era la misma que tendrá este año. Sus dos mejores receptores eran un viejo pero confiable Larry Fitzgerald y un Chistian Kirk, que entraba en su segundo año. Isabella jugó poco y no pudo demostrar mucho.
Hay razones de sobra para esperar que Murray tenga una temporada magnífica. Otra razón, es su habilidad como corredor, que en un sistema en el que se ajusta sobre la marcha, esa destreza se vuelve una amenaza constante. Murray puso números históricos como novato en una ofensiva que se adaptó a un coach de universidad en transición, con una línea ofensiva floja y huecos en muchas posiciones.
Finalmente, esta temporada será el resurgir de la franquicia. La línea es un poco más sólida que el año pasado, Murray tiene en Kenyan Drake un RB que puede acarrear, ser opción de pase o bloquear, y un cuerpo de receptores temible, con Hopkins y Fitzgerald abiertos, y más cerrados los jóvenes velocistas, Kirk e Isabella. Este equipo esta listo para volver a lo grande.
La franquicia está ante la difícil tarea de cumplir las altas expectativas que se tienen. Kingsbury quiere demostrar que su idea es el futuro de la NFL, junto con la de coaches como Sean McVay. Las piezas ya las encontraron, ahora resta observar cómo se desenvuelven en la cancha y qué resultados obtiene el moderno ataque de Arizona.
Técnico superior en Periodismo con especialización en Deportes. Editor de la página y especialista en generación de contenidos SEO en No Huddle. Comenzó a mirar NFL en 2011 y cubre el deporte desde 2020.