Ya entramos de lleno en modo offseason, pero la NFL no nos da descanso. Por esa razón es que iniciamos esta serie de notas en las que, como dice el título, intentaremos descifrar qué fue lo que no les funcionó a las franquicias la temporada pasada y, por qué no, también encontrar soluciones para mejorar en el corto y mediano plazo. Hoy: New England Patriots.
La Estrella de la Muerte y el imperio de Lord Belichick ya son historia. Luego de años de pronósticos del fin de la dinastía de los Patriots, el ocaso llegó con la partida de Tom Brady. Sin embargo, y sin minimizar el impacto de la partida del mejor QB de todos los tiempos, no fue la única razón del declive de New England en 2020. Ni la mente maestra de Bill pudo salvar a un equipo muy limitado en talento en ofensiva y golpeado por bajas sustanciales en defensiva. El resultado fue la primera temporada con récord negativo desde el año 2000.
Sería necio empezar un análisis con cualquier otro enfoque que no sea la situación de los Patriots y sus quarterbacks. Brady decidió buscar nuevos horizontes y en Foxboro quedó un agujero inmenso. El hombre que había liderado a la franquicia durante 19 temporadas y la había guiado hacia seis títulos ya no estaba. Belichick estaba ante un desafío enorme: encontrar al sucesor. Después del trade de Garoppolo a San Francisco en 2017, no existía un plan a largo plazo. Bill, por primera vez, se encontraba en la necesidad de meter la mano en la bolsa de QBs libres para rearmar su ataque. El elegido fue un jugador de un estilo que el coach nunca había tenido a disposición: Cam Newton, liberado de Carolina tras un par de años de lesiones y rendimientos discretos, se incorporó a los Patriots para darle a la ofensiva un perfil totalmente diferente.
El exmariscal de Auburn, MVP de la temporada 2015, ganó la competencia interna contra Jarrett Stidham y Brian Hoyer y el inicio fue prometedor. Las piernas de Cam impusieron a New England sobre los Dolphins en la semana inicial. Siete días después, en Seattle, los Patriots se quedaron a una yarda de la victoria, pero la defensiva de los Seahawks frenó al QB en la yarda 1 en la última jugada del partido. El rendimiento ante un equipo percibido como candidato fue bárbaro y, pese a la derrota, el panorama era positivo. Esas tres primeras jornadas, con un triunfo más ante Las Vegas, fueron el techo de la temporada. Siguieron cuatro caídas seguidas y Newton dio un paso atrás (o varios). Un puñado de triunfos no alcanzó para sacar del pozo al equipo, que terminó con un récord de 7-9. SuperCam tuvo 12 touchdowns terrestres, pero por aire fue un desastre. No satisfizo en Foxboro y este año será, otra vez, agente libre.
De todos modos, el fracaso del plan Newton es apenas el árbol que tapa la deforestación. Julian Edelman nunca conectó con el marsical, pero apenas jugó seis partidos encabezando al peor cuerpo de receptores de la NFL. Jakobi Meyers surgió en un par de encuentros, pero tampoco tiene el nivel para liderar la posición ni elevar al pasador. N’Keal Harry, exprimera ronda, volvió a fallar en su segunda oportunidad. En un momento, los Pats se ilusionaron con Damiere Byrd, descarte de Carolina y Arizona. Nuevamente, no hubo un tight end productivo. A Cam le costó horrores embocarle a un compañero, pero el material disponible parecía de partido de pretemporada. Los únicos puntos relativamente altos fueron una línea ofensiva correcta y la aparición en el backfield de Damien Harris, un corredor potente. No será una opción top entre los RB de la NFL, pero puede ser una pieza en la reconstrucción, en especial ante los futuros inciertos de James White y Sony Michel.
Del otro lado, la defensiva sufrió las bajas de Dont’a Hightower y Patrick Chung, piezas clave que aceptaron la opción de la liga no participar en 2020 debido a la pandemia. No ayudó la lesión de Stephon Gilmore, quien se perdió cinco juegos. El CB estrella, incluso en la cancha, tampoco tuvo la performance esperada, con apenas una intercepción y tres pases defendidos, tras haber llegado a 20 en 2018 y 2019. El nivel general de la unidad no fue bueno, pero quedó particularmente expuesta por momentos por la inoperancia ofensiva. En definitiva, la defensiva no le sumó triunfos a New England, pero tampoco fue la causa de la debacle.
Entre RFA y UFA, los Patriots pueden perder hasta 24 jugadores de cara a 2021, pero son el tercer equipo con mayor cap space: 68 millones. Hay piezas importantes de la defensiva, como Lawrence Guy, Jason McCourty y Adam Butler. También deberán tomar una decisión sobre Joe Thuney, el guard que el año pasado recibió la franchise tag. El centro David Andrews es otro que está en la lista. El cuerpo de corredores será otra unidad a analizar: Bill puede darle las llaves del backfield a Harris y de ahí se puede desprender el futuro de White y Burkhead, dos más cuyos contratos expiran esta pretemporada, además de Michel, quien por nivel y lesiones deberá ganarse un lugar en el roster.
Y, claro, ¿qué hacemos con el QB? Belichick es un libro cerrado, empaquetado y guardado en el fondo de un baúl con 283 candados en el fondo del mar y custodiado por tiburones. Newton no continuará y Brian Hoyer, otro que será FA, tampoco es la respuesta. Jarrett Stidham hizo poco y nada para tener la chance de ser titular en 2021. Es una utopía pensar que Dak Prescott llegará a sentarse a negociar un contrato con otros equipos. Fitzpatrick sería un parche a corto plazo, o quizás podrían volver al camino de la segunda oportunidad y darle a Trubisky la posibilidad que ya le dieron a Newton, aunque Mitch solo puede agarrarse de su draft pedigree. La opción de un trade por Deshaun Watson o Russell Wilson parece muy, muy lejana.
Cam isn't ready to call it quits just yet 😤
— Sports Illustrated (@SInow) February 22, 2021
(via I Am Athlete podcast) pic.twitter.com/fBs5EjVQKm
Los receptores y los tight ends son otras posiciones de necesidad absoluta, con la confirmación que dejó 2020 de que al QB que llegue hay que ayudarlo. Si alguno de los WR top llegan efectivamente a la agencia libre, exigirán un megacontrato que Belichick no suele dar. Allen Robinson, Kenny Golladay y Chris Godwin son opciones premium y hay que pagarlas como tales. Las demás alternativas están al menos un escalón por debajo, sin el perfil dominante que simplificaría el trabajo del mariscal entrante. Entre los TE, se destaca Hunter Henry, aunque hay experimentados como Jared Cook que podrían completementar a Devin Asiasi y Dalton Keene, que no tuvieron participación en su temporada de rookies.
La defensiva está en un lugar más cómodo y apunta a recuperar el nivel de 2019. El nombre de JJ Watt atrae, pero en la realidad es una opción lejana. Si ya cuesta pensar en Bill dando un contrato alto para un puesto que necesita con urgencia, es imposible imaginar a los Patriots pagando fuerte por una pieza más en una unidad que podría reforzarse a lo Belichick, con nombres de menor trascendencia a los que New England podría encontrarles un lugar en el mundo, como supo hacer con Lawrence Guy y Kyle Van Noy, entre otros. Incluso si llegara a partir una pieza importante (Gilmore es carne de rumores desde 2020), los dólares pesados probablemente vayan a otro lado.
New England encara la preparación para el draft con el pick 15, el más alto desde 2008. En aquella ocasión, consiguió esa selección por un trade previo con San Francisco y se lo entregó a New Orleans en un intercambio que incluyó el 13, con el que eligió al defensivo Ty Warren. Por su propia posición final, no tenía un lugar tan alto desde 2001, cuando se llevó a Richard Seymour con el sexto pick. En los últimos años, Belichick no viene fino en la primera ronda: la última que usó fue la de 2019, cuando apostó por un N’Keal Harry al que le queda poco crédito.
Bill Belichick's dog runs Patriots' NFL Draft, picks Kyle Dugger https://t.co/yeCpIg4BkT pic.twitter.com/4w3cw7XQk5
— New York Post (@nypost) April 25, 2020
Si deciden ir por la necesidad más obvia, los Patriots saben que no alcanzarán a jugadores como Justin Fields o Zach Wilson. Si no negocian por una selección más alta, Mac Jones (Alabama) aparece como la opción más viable, aunque tampoco es fija que caiga hasta ahí. El panorama con los WR es similar, con DeVonta Smith y Ja’Marr Chase proyectados para ser elegidos antes. Si cae uno de ellos, o el TE Kyle Pitts, cuesta imaginar que sigan otro camino. La alternativa es intentar apuntalar la defensiva, aunque todas estas posibilidades quedarán más claras con el desarrollo de la agencia libre. Además, con Belichick, nunca hay que descartar que tradeen hacia abajo y acumular picks para cubrir más huecos con jugadores fuera de los nombres de primera línea.
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Periodista que cubre NFL desde 2015. Especialista en Fantasy Football. Coorganizador de la Superliga Argentina de Fantasy.